Para la mayoría de las personas, el trabajo ocupa el mayor porcentaje de tiempo de actividad de su jornada diaria. Le dedicamos más horas que a la familia, el ocio, el deporte o cualquier otra actividad no laboral.
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Bienestar para todos
Ante esta realidad, es lógico pensar que un buen ambiente laboral supone claros beneficios. Hay estudios que muestran que genera bienestar y sentimiento de pertenencia a la empresa, y que fideliza y disminuye las posibilidades de búsqueda de nuevas oportunidades laborales y mejores condiciones económicas y beneficios laborales de otro tipo. Así, un buen ambiente laboral forma parte del salario emocional del trabajador.
Pero los beneficios de un buen clima laboral son bidireccionales y las empresas también se benefician: hay menor rotación de la plantilla y absentismo, y las personas están más comprometidas y son más productivas. Además, el aumento de la productividad hace crecer los beneficios económicos directos e indirectos.
Según la encuesta europea de condiciones del trabajo de 2023, un clima de trabajo adecuado –tanto en sentido horizontal (entre empleados) como en sentido vertical (de los trabajadores a la dirección y viceversa)– es determinante para el bienestar mental y social de los trabajadores.
Los riesgos del liderazgo tóxico
Una de las situaciones que pueden enturbiar el clima laboral es la presencia de líderes tóxicos. Un líder tóxico es autoritario, imprevisible y narcisista. Además, suele apropiarse de los méritos ajenos y supervisa excesivamente la labor de sus subordinados privándolos de autonomía, dando lugar a situaciones que pueden enmarcarse dentro del acoso laboral.
El liderazgo tóxico contribuye a generar un clima laboral desmotivador, propicio a rumores de pasillo, mobbing organizacional y alta rotación, y genera efectos negativos en la salud psicosocial de los trabajadores.
Al final, los efectos negativos del liderazgo tóxico están cuantificados: los empleados, insatisfechos y desmotivados, pierden la confianza en su trabajo y sus capacidades y valoran negativamente a sus superiores.
En la empresa, hace aumentar la rotación no deseada y afecta al valor de la marca como empleadora (employer branding): el mal ambiente laboral trasciende los límites de la propia empresa y le resta atractivo como lugar de trabajo.
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Un riesgo para el trabajador
El acoso –moral, discriminatorio, sexual o por razón de sexo– constituye un riesgo laboral grave, que atenta contra la dignidad del trabajador o trabajadora acosados y que puede causar daños en su salud.
Con el fin de evitar la aparición o existencia de este tipo de prácticas inaceptables, las empresas y la representación de sus trabajadores tienen que acordar el desarrollo e implantación de protocolos de actuación que permitan la detección de las conductas de acoso, su prevención, denuncia, sanción y eliminación.
La normativa española de prevención de riesgos laborales obliga a las empresas a contar con procedimientos que permitan prevenir, detectar y erradicar la incidencia de los riesgos psicosociales a los que puedan estar expuestos los trabajadores, lo que abarca también la actuación frente a las conductas de acoso laboral.
Por tanto, los y las trabajadoras en España tienen una garantía de protección frente al acoso laboral (sea de la naturaleza que sea), y las empresas y empresarios están obligados por ley a establecer dichos protocolos frente al acoso.
De ahí que se deban articular los mecanismos que permitan denunciar estas acciones, sin miedo a represalias, y corregir esos ambientes de trabajo tóxicos en los que se pueden producir daños excesivos y muy negativos a corto, medio y largo plazo.
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Transmitir el mensaje
La normativa vigente en España contempla la existencia de protocolos antiacoso laboral en las empresas. Ahora, es fundamental hacer llegar a los y las trabajadoras el mensaje de que tienen el derecho de denunciar cualquier situación en la que se puedan sentir menospreciados, discriminados, acosados o presionados y que existen los canales adecuados para ello. Además, que su derecho a la intimidad y el anonimato no puede ser vulnerado y que la ley obliga a respetar y proteger a las personas objeto de acoso laboral.
Esta protección no debería ser una mera obligación legal: la ética empresarial debería obligar a todas las organizaciones a actuar cuando detecten este tipo de pautas. Vengan de un líder tóxico o de personas que ejercen una influencia tóxica en los demás.
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