Vislumbramos la recta final del año, época de reflexión sobre aquello que logramos alcanzar. Así descubrimos un balance que no siempre nos favorece, y no solo debido a nuestras faltas, sino porque nuestros deseos se enfrentan a un entorno fuera de nuestro control. Como pensaban los antiguos humanistas: el hombre parece una burbuja de jabón.

Según la última Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF), 6 de cada 10 mexicanos no saben si llegarán a cubrir los gastos del mes. Es decir, más de la mitad del país vive con estrés financiero. Los motivos son varios. Por ejemplo, el 38.8 por ciento de los encuestados sintió mucha preocupación al momento de pedir un préstamo; 45.4 por ciento experimentó angustia por gastos imprevistos; y 48.4 por ciento sufrió estrés por acumular deudas. Datos reveladores que llegan a tiempo para prevenirnos en el último mes del año. En este espacio, así como en mis libros y participaciones públicas, reitero un lema esencial: la sana relación emocional con el dinero es clave para alcanzar la libertad financiera. Justo ahora es cuando comenzamos a imaginar el mejor regalo para nuestra familia; sin embargo, también se asoma “la cuesta de enero”. ¡Qué mejor dilema para ejercitarnos en la psicología financiera!

Si entre los propósitos que durante el año planteamos se encuentran “ahorrar más” o “gastar menos”, enfrentamos la oportunidad de practicar la introspección financiera. Según la ENIF, siete de cada 10 mexicanos ahorran, aunque de manera informal. Pero los que se endeudan suelen justificarse con un peligroso hechizo: “para esto trabajo”. Esa frase encubre una verdad importante: trabajamos para vivir bien, no para morir endeudados. Aún nos quedan 31 días para cambiar el chip, y hacer un presupuesto es el mejor comienzo.

El primer paso es saber cuánto tenemos exactamente; divagar en promesas de bonos o cualquier ingreso extraordinario nos lleva lejos, porque no podemos planear con dinero cuya posesión se escapa a la certeza. Luego, identifiquemos nuestras necesidades. Este es un tema delicado, proclive a vacuos moralismos. Después de todo, ¿quién puede decirnos lo que en verdad necesitamos? Lo que sí podemos hacer es desglosar el concepto de necesidad en sus componentes emocionales. En un extremo están los gastos esenciales para la existencia (agua y luz, por ejemplo). Después, los semifijos, que representan los deseos (comodidad y placer). Al final, los más engañosos: los “gustos”, que a menudo nos llevan a decir “para eso trabajo” y que, por lo general, terminan en arrepentimiento o se olvidan pronto, como los infames “gastos hormiga”. Como leía hace poco en un meme, ¿estoy gastando por gusto o porque estoy aburrido? Lo superfluo, así cueste un centavo, sale caro: de acuerdo con la Condusef, los gastos hormiga llegan a representar entre 15 y 40 por ciento de nuestros ingresos.

Los neurocientíficos afirman que nuestros cerebros pueden adaptarse a nuevos escenarios siempre que los entrenemos y expongamos a nuevas ideas. Entonces, poco importa si en nuestra vida nos hemos comportado de cierta manera porque, si nos ejercitamos en la introspección financiera durante un mes, nada nos impedirá iniciar el 2025 como nuevas personas. Regalémonos tranquilidad en vez de pesadillas financieras e iniciemos un ciclo nuevo con paz en nuestros corazones… y en nuestros bolsillos.

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