El autor es Director de analítica de datos del IMCO y profesor de macroeconomía del ITAM.

Como hemos comentado en este espacio, la relación entre la política fiscal y los mercados financieros es abundante. Hemos conversado sobre la importancia que tienen diferentes indicadores, como las tasas de interés o el tipo de cambio, para incidir sobre el tamaño del espacio fiscal del que disponen las autoridades para tomar diferentes decisiones. Del mismo modo, sobre la forma en que los mercados financieros capturan los niveles de riesgo que se perciben por tomar deuda que emite el gobierno.

En esta ocasión me interesa añadir un nuevo concepto que resulta útil para entender los recientes movimientos que hemos visto en los mercados financieros. Es de vital interés la comprensión sobre las primas de riesgo, un concepto que, de manera muy general, y quizás no tan precisa técnicamente, se refiere al costo adicional que debe pagar un emisor de deuda para que sus bonos resulten atractivos para los mercados.

Típicamente, las primas de riesgo se miden en puntos base, cada punto base es una centésima de un punto porcentual. A manera de ejemplo, un bono emitido por el Tesoro de Estados Unidos a un plazo de 10 años se colocó el 3 de junio a una tasa de 4.39 por ciento. Cabe señalar que este bono se emite en dólares estadounidenses y su nivel de tasa se considera el referente de riesgo cero. Además, ese mismo día, un bono en dólares estadounidenses emitido por el gobierno mexicano al mismo plazo de 10 años se colocó a una tasa de 6.04 por ciento. La diferencia entre ambas tasas, equivalente a 1.65 puntos porcentuales o 165 puntos base, es la prima que debe pagar el gobierno mexicano para que haya inversionistas interesados en adquirir su deuda. En términos relativos, esa tasa adicional que debe pagar el gobierno mexicano con respecto a un bono del tesoro estadounidense representa el riesgo en el que incurre un inversionista para recibir el retorno de su inversión.

La forma en que se comportan estas primas, más que las tasas en sí mismas, nos da una idea muy clara del comportamiento del riesgo que perciben los inversionistas por invertir en México. Si la prima se acercara a cero, estaríamos en una situación en que el nivel de riesgo por tomar deuda mexicana en dólares es igual al de invertir en bonos de Estados Unidos en el mismo plazo. Por el contrario, si las primas se elevan, eso significa que el nivel de riesgo por tomar deuda local se incrementa, y por eso exigen una mayor tasa para financiar el gasto del gobierno mexicano.

Sirva esta explicación para poner en contexto dos primas de riesgo que resultan de interés. En primer lugar, la prima que resulta de comparar un bono en dólares emitido por Estados Unidos con respecto a un bono en dólares emitido por México, que llamaremos riesgo país. Adicionalmente, la prima que resulta de comparar un bono emitido en dólares por el gobierno mexicano con un bono emitido en pesos mexicanos por el mismo gobierno, que llamaremos riesgo local. La primera aproxima el riesgo idiosincrático del país desde una perspectiva más estructural, mientras que la segunda es más útil para comprender la perspectiva con respecto al panorama local, como puede ser la conducción responsable de la política fiscal, y que resultan de interés para una persona que invierte en pesos, especialmente si opera desde el extranjero.

¿Qué muestran las cifras? El riesgo país inició el año en un nivel de 164 puntos base, y aunque experimentó ciertos episodios de volatilidad durante el año, observó una tendencia a la baja hasta el mes de abril, cuando alcanzó su nivel mínimo en 145 puntos base. La última cifra, del 19 de junio, mostró un nivel de 174 puntos base. Con respecto al riesgo local, éste inició el año en 344 puntos base, incrementándose paulatinamente durante todo el año hasta un máximo de 426 puntos base, valor desde el que se redujo hasta los 407 puntos base registrados el 19 de junio.

¿Cómo leemos estos números? La percepción del riesgo país se redujo antes de la elección, pero después retomó una ruta ascendente. Particularmente entre el 31 de mayo y el 12 de junio, esto es, en torno al proceso electoral, se incrementó en 25 puntos base. Por otro lado, el riesgo local se ha incrementado de forma sostenida, con un alza de 50 puntos base en el mismo periodo alrededor de la elección.

Las primas de riesgo denotan que la preocupación sobre la conducción de las finanzas públicas y otros factores internos no es reciente, sino que se viene gestando desde inicio de año y cobró mayor notoriedad después del resultado de la elección. Por otra parte, el riesgo país se había moderado antes del proceso electoral, pero la sorpresa de la mayoría calificada lo presionó al alza.

Lo anterior quiere decir que la configuración de un entorno en el que se debilite el sistema de pesos y contrapesos del país sí crea una preocupación relevante en los mercados que no debe pasar desapercibida, pues esto creará un costo adicional en el manejo de la deuda que limitará el espacio disponible para emprender diferentes tareas desde el Gobierno Federal tan pronto como sus primeros meses de gobierno. Para una administración que recién inicia, el posicionamiento frente a los cambios que se proponen debe ser preciso y contundente para contener dichos riesgos.

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