La incertidumbre política tras el shock electoral en Japón corre el riesgo de desacelerar las reformas económicas, aumentar el gasto gubernamental e incluso retrasar la salida del Banco de Japón (BOJ, por su siglas en inglés) de su política monetaria atípica, dijeron economistas.
El Japón de la posguerra ha sido durante mucho tiempo sinónimo de estabilidad política, con el Partido Liberal Democrático (PLD), conservador y pro mercado, en el poder durante todos menos cuatro de los últimos 69 años.
Sin embargo, la coalición PDL-Komeito perdió su mayoría el domingo, lo que probablemente obligará al primer ministro, Shigeru Ishiba, a formar un gobierno minoritario que necesitará el apoyo de otros partidos para aprobar la legislación.
A las empresas y a los economistas les preocupa que, como concesiones a otros partidos, Ishiba ofrecezca recortes de impuestos y un mayor gasto, y que sea lento en las reformas necesarias para mejorar la competitividad.
Desde el 2021, “el país ha tenido tres primeros ministros y es probable que Ishiba tampoco dure mucho tiempo en el cargo”, predijo Marcel Thieliant de Capital Economics.
“Eso significa que es poco probable que se produzcan proyectos de reforma radicales”, dijo, cambios que ya eran “pocos y espaciados” en la última década.
Syetarn Hansakul, de la Unidad de Inteligencia de The Economist, también anticipó una “dilución de la agenda de reformas (del PDL)”, que incluía planes para aumentar el gasto en defensa y bienestar social.
Además de afectar la confianza de los inversionistas, esto “perjudicará la confianza de los hogares y las empresas. La recuperación de la demanda interna podría verse afectada como resultado”, afirmó.
Ishiba ha prometido más apoyo a los hogares.