Otras encuestas amañadas del oficialismo. Las hacen para justificar sus atropellos, así lo hicieron para cancelar el aeropuerto de Texcoco y ahora para justificar su pretensión de someter al Poder Judicial a los designios del jefe del Ejecutivo federal, es decir, a López Obrador hasta el 30 de septiembre y luego, bajo la égida de la primera presidenta de México.
Será tan difícil que el nuevo gobierno se ajuste a respetar el pilar fundamental de un régimen democrático, que es la división auténtica de poderes. O qué tan complicado puede ser para Claudia Sheinbaum respetar el orden constitucional tal como está definido ahora.
Siempre se ha jactado de ser una demócrata y criticado los excesos del poder del otrora poderoso priismo, empero, ahora que llega al poder, se quiere poner la misma casaca que en su momento se puso Luis Echeverría.
Una cosa son los excesos delirantes de poder de López Obrador y otra muy diferente, que su sucesora quiera mantener esa misma línea autoritaria.
Así las cosas, entramos a otra simulación de AMLO en torno a la supuesta consulta popular para desmantelar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Judicatura Federal y todo lo que intente ser independiente y autónomo del presidente de la República.
La farsa que se prepara en el Congreso para validar el golpe de Estado que se hace desde el Ejecutivo contra el Poder Judicial habla de una traición al equilibrio de poderes y la misma conformación de la Federación, ya que no es posible que la actuación del Poder Judicial se someta a la voluntad del presidente de la República y sea este como un Dios, quien determine la culpabilidad o inocencia de los entes que acudan a los tribunales a pedir justicia.
La encuestas, el Parlamento abierto y todo aquello con lo que se pretende disfrazar el totalitarismo presidencial, son la más clara evidencia de que todo apunta que quieren gobernar desde un régimen absolutista.
En tiempos de la 4T, la democracia participativa es tan solo una mascarada, un engaño y una farsa. No les basta los 36 millones de votos con los que llega la primera presidenta al poder, ni tampoco que tienen mayoría simple en el Congreso federal o que gobiernan en 28 entidades del país con todo y sus congresos locales, quieren el control total, ese que pinta de cuerpo entero a las dictaduras de la región, léase Venezuela, Cuba o Nicaragua, tan solo por citar algunas.
Faltan poco más de 100 días para que se termine el sexenio obradorista y no obstante ese corto tiempo, no descansará para imponer un régimen totalitario que, incluso, expropie a diestra o siniestra, o verbigracia, retire concesiones a los medios de comunicación electrónicos.
Para aquellos que piensan que con la reforma constitucional para nombrar por elección a los jueces, magistrados y ministros, AMLO terminará de soltar mandarriazos, pues están muy equivocados, porque seguirá en esa línea para mostrar a todos sus detractores que él es el único que manda y que no existe en el país nadie más poderoso.
El mundo enfrenta serias amenazas a la paz mundial, de hecho en estos momentos se vive un estado de preguerra que no se daba desde tiempos de los misiles de Rusia en Guantánamo y ante la posibilidad real de que Donald Trump se convierta en el próximo presidente de Estados Unidos, pues en menudo lío estamos y si a ello le agregamos que el mismo AMLO hace todo lo posible para que los mercados y las inversiones muestren su aberración hacia México, minando con ello el camino por donde va a transitar Claudia Sheinbaum, estamos en la víspera de tiempos aciagos para todos.
Por qué no dejan gobernar a la presidenta electa conforme a sus principios y su cosmovisión; a sus decisiones y compromisos con los que menos tienen, en lugar de someterla al poder del tabasqueño.
Desde el beso de Palacio Nacional, hasta la conformación del próximo gabinete, representan señales del Maximato que nada bien hace a México, empezando por la primera mujer presidenta.
Las mañaneras, las encuestas amañadas y el Parlamento abierto son la síntesis del engaño por antonomasia que utiliza AMLO para embaucar a sus seguidores, que si bien fueron mayoría aplastante en las pasadas elecciones, también es una realidad que eso no significa que puedan hacer lo que se les venga en gana con el país.
Las mayorías no tienen razón per se en la toma de decisiones, al contrario, hay sobrados ejemplos en la historia que, incluso, han llevado a la hecatombe a la humanidad.