Este 2024 estaba claramente dividido en dos segmentos, una primera parte del año relativamente estable, donde habría de ser evidente la bonanza del exceso del gasto público con fines electorales y, después, la pesadilla de la segunda parte de este mismo año.  

Justamente se antojaba llegar a estas fechas cercanas al Halloween con muchos espantos en los mercados, aunque no estaba presupuestado que el terrible dinosaurio del partido único, mayoritario, hegemónico y autoritario siguiera ahí.

El México del primer trimestre preveía un resultado electoral favorable al oficialismo en la contienda presidencial, pero no estaba en el radar, porque ni siquiera tenía una explicación lógica, que el partido en el poder obtendría una votación tan copiosa que le diera paso a que las autoridades electorales le acomodaran una mayoría calificada artificial.

La sociedad mexicana quedó aturdida y en medio de esa confusión ya se han recetado cambios constitucionales que en cuestión de un par de meses le cambiaron la cara democrática e institucional a este país.

Ese, pues, fue un golpe inesperado que se suma a los que sí estaban claramente presupuestados, como las elecciones de Estados Unidos del martes de la próxima semana.

El tipo de cambio es sólo un indicador, quizá no muy nítido de la condición del país, pero sí muy gráfico de los cambios radicales. La cotización por debajo de los 17 pesos por dólar de los primeros cinco meses del año pacería insostenible para estas fechas cercanas a la elección estadounidense, pero los factores internos aceleraron y acrecentaron las presiones desde junio.

La disyuntiva Trump-Harris va a marcar el camino económico-financiero de mediano y corto plazos de México, más allá de la volatilidad en los mercados.

El martes de la siguiente semana los mercados serán un hervidero ante las últimas encuestas y en la víspera de los resultados de la misma noche del martes y en adelante.

Pero una vez que pase la elección y se trate de asimilar el resultado, viene una siguiente escala del complicado cierre del año, cuando la administración de Claudia Sheinbaum presente al Congreso los números de su Paquete Económico para el 2025.

El paso por el Congreso es un mero trámite para lo que presente la Secretaría de Hacienda, lo importante serán los cálculos que hagan los agentes económicos respecto a la viabilidad de empezar un efectivo plan de corrección fiscal que no implique un lastre muy grande para el crecimiento económico.

Y dentro de la planeación financiera del 2025, un elemento fundamental será conocer cuál será el tratamiento que le den a Petróleos Mexicanos, y por los números vistos, también a la Comisión Federal de Electricidad.

Haber regresado a ambas empresas a ser apéndices del Estado provoca que compartan plenamente el riesgo con las finanzas públicas.

Pemex en especial genera temores importantes, sobre todo entre las firmas calificadoras que están obligadas a reaccionar rápido ante cualquier posible riesgo fiscal.

La temporada turbulenta no termina ahí, se extenderá durante toda la transición gubernamental en Estados Unidos hasta el 20 de enero, si el resultado favorece a Trump. Si hay continuidad, podría bajar un poco la presión para el cierre del año.

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