Pocas ocasiones, como la reunión anual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que se realiza en Washington cada año, permiten obtener una perspectiva de la visión de los inversionistas globales respecto a nuestro país.
Tal reunión se realiza esta semana y tras diversas consultas entre asistentes a este encuentro le puedo resumir la perspectiva en las siguientes consideraciones.
En los organismos internacionales y su audiencia de inversionistas y calificadoras, la lectura sobre México se ha ido tornando de positiva, como era en 2022 y 2023, a neutral en la primavera del 2024 y ahora pesimista de cara a 2025.
Los factores que detonan este sentimiento son los siguientes:
1- La reforma judicial. Muchos inversionistas no la han comprendido y otros que lo han hecho, no la han visto positivamente. No puede ignorarse; es un factor que deteriora la perspectiva.
2- La inseguridad y el crimen organizado están impactando a los negocios, sobre todo medianos y pequeños. El tema de la extorsión, como el cobro de derecho de piso, está impactando negativamente en las perspectivas.
3- El alto déficit fiscal del 2024. El hecho de que se estime un déficit, en sentido amplio (Requerimientos Financieros del Sector Público), del orden del 6 por ciento y las dificultades que se observan para bajarlo al 3 por ciento, inciden negativamente en la visión.
4- Las dificultades para bajar la inflación. La persistencia de la inflación, sobre todo en el ámbito de los servicios, y el lento ritmo que previsiblemente tendrá la reducción de las tasas de interés también afecta negativamente la expectativa.
5- Una relación distante con EU y probables presiones sobre México por migración, fentanilo, Estado de derecho y comercio con China, frente a la próxima renegociación del TMEC. Este es uno de los elementos más críticos, pues se percibe que pueda tener un efecto en el mediano plazo, sobre todo en el caso de que Donald Trump gane la elección presidencial. Sin embargo, aun si el triunfo electoral fuera de la vicepresidenta Harris, no habrá una revisión sencilla del Tratado.
6- Pemex, y el escepticismo hacia su nuevo liderazgo. Las preguntas respecto al futuro de la ahora empresa pública también son relevantes y no han encontrado respuesta. No se ve con claridad cómo se pueda dar la vuelta a la situación financiera de Pemex y tampoco se ve claramente cómo se va a presentar un incremento de la producción.
La aversión al riesgo por esta combinación de factores está castigando el potencial de crecimiento y empleo del país.
Hacienda no podrá sustraerse del obligado ajuste al déficit a una cifra que permita la estabilidad de la deuda/PIB para que pueda sostener en el mediano plazo sus programas sociales e inversiones públicas.
No es obligado que la reducción alcance el 3 por ciento del PIB, pero sí es obligado que tenga una trayectoria bien definida a la baja.
La otra posibilidad que hoy no se ve en el escenario es que el gobierno esté dispuesto a hacer una reforma fiscal.
El problema es que no todo puede hacerse al mismo tiempo.
Si logra bajarse el déficit a una cifra que marque diferencia significativa con el déficit de 2024, las calificadoras y los inversionistas tendrán una actitud menos negativa o incluso positiva.
Si además se comienza a atender la inseguridad, y se restablece una relación cordial de trabajo con EU después de la elección, México ya iría de gane.
Veremos cómo pintan las cosas para el futuro, pero por lo pronto no se puede ignorar que la perspectiva respecto a México ha empeorado.