Ya se había advertido que el Presupuesto Federal para 2025 sería austero en reacción al desbordado gasto de 2024. El Paquete Económico 2025 plantea un ajuste en el déficit total (conocido como RFSP) de 5.9% del PIB en 2024 a 3.9 por ciento. (Los Precriterios de abril proponían una reducción a 3%). Aun así, debido a los supuestos del marco macroeconómico demasiados optimistas, el cumplimiento de esa meta se ve difícil. La SHCP proyecta un crecimiento del PIB de entre 2% y 3%, cuando los analistas del sector privado lo estiman cercano a 1.1 por ciento. Al sobreestimar el crecimiento, se sobreestiman los ingresos públicos del presupuesto. Para cumplir con el ajuste al déficit, los menores ingresos se tendrían que compensar con reducciones al gasto. El presupuesto se convierte en un juego de “jalar la cobija”. 

La SHCP plantea una meta para el balance primario (que excluye los costos financieros) realmente ambiciosa de un superávit de 0.6% del PIB comparado con un déficit este año de 1.4% del PIB. Es un ajuste brutal de 2% del PIB del balance primario que es muy difícil de lograr. Otro supuesto optimista de la SHCP es la inflación anual al contemplarla en 3.5% frente al consenso de los analistas privados de alrededor de 4 por ciento. Finalmente, el supuesto más optimista del paquete es esperar un tipo de cambio de 18.50 pesos/dólar para finales de 2025. Es decir, una apreciación en 12 meses cercana al 8 por ciento. Si la depreciación es mayor, el saldo y servicio de la deuda externa en pesos será mayor. El tipo de cambio planteado resulta bastante irreal en vista de la incertidumbre interna y externa que prevalecerá en el año. Con esos supuestos optimistas de crecimiento, inflación y tipo de cambio, el gobierno claramente no está contemplando la posibilidad de que Trump imponga aranceles, ni considera que la Presidencia de Trump pueda implicar un shock político y económico más profundo para México.

Las asignaciones presupuestales por ramo administrativo resultan en una desproporción distorsionante. Hay reducciones muy fuertes en Defensa, Seguridad y Salud (44%. 36% y 34%, respectivamente) y enormes incrementos en Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (57%) y Desarrollo Territorial (183% debido al ambicioso programa de vivienda). El gasto en pensiones (contributivas y no contributivas) continuará siendo un rubro significativo, al abarcar 2.2 billones de pesos (6% del PIB) y que absorberá 23.5% del gasto total neto. Sólo a la pensión del bienestar de adultos mayores le corresponden cerca de 480,000 millones de pesos. La reciente medida de otorgarles a las mujeres de 60 a 64 años la pensión del bienestar costará cerca de 15,000 millones de pesos.

El paquete 2025 pretende, con dificultad, corregir desequilibrios presentes, pero no plantea una sostenibilidad a mediano plazo de las finanzas públicas. Para ello, es indispensable lo que se ha reiterado una y otra vez, pero que AMLO y la presidenta han negado sistemáticamente: una reforma fiscal integral para mejorar la estructura tributaria y optimizar el gasto. Si tuviéramos un Congreso responsable e independiente, exigiría lo anterior. Desafortunadamente su comportamiento no permite espacio para ese optimismo.

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