El candidato Yamandú Orsi obtuvo el domingo la victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Uruguay y marcó el regreso al poder de la izquierda, que gobernó el país entre 2005 y 2020.

En su primer discurso luego de conocidos los resultados electorales, Orsi salió al escenario montado en su centro de campaña y en medio de fuegos artificiales y gritos agradeció a “todos y todas que hicieron esta campaña en la que logramos nada menos que el triunfo”.

El abanderado del Frente Amplio dijo que “triunfa una vez más el país de la libertad, de la igualdad y también de la fraternidad”, y manifestó su respeto por su rival de la coalición oficialista, Álvaro Delgado.

Con más del 91 por ciento de los votos escrutados, Orsi alcanzaba el 49.56 por ciento de apoyo frente al 46.17 por ciento de Delgado en unas elecciones que contaron con una participación cercana al 90 por ciento de los votantes, según los datos preliminares difundidos por la Corte Electoral.

La victoria de Orsi convertiría a la pequeña nación sudamericana en el último país en darle la espalda a un partido en el poder en este año electoral histórico, en el que los votantes frustrados por el malestar económico castigaron a los partidos gobernantes de todo el mundo, desde Estados Unidos y Gran Bretaña hasta Corea del Sur y Japón.

“Entendamos que hay otra parte de nuestro pueblo que hoy está con otro sentimiento. Esta gente también tendrá que ayudar a construir un país mejor. A ellos también los necesitamos”, dijo Orsi a los asistentes a su discurso.

En ese marco, aseguró que “a partir de mañana” empezará a trabajar para implementar un gobierno que buscará la unidad nacional.

“Voy a ser el presidente que convoque una y otra vez el diálogo nacional, que construya una sociedad y un país mas integrado”, aseguró. “No hay futuro si le ponemos un muro a las ideas”.

Un rato antes el presidente saliente Luis Lacalle Pou había felicitado a Orsi por su victoria, en tanto que Delgado reconoció su derrota al exclamar en su centro de campaña que “con tristeza, pero sin complejo de culpa, podemos felicitar al ganador”.

Orsi, acompañado de familiares y aliados políticos, esperó los resultados en el hotel NH Columbia, donde centenares de militantes se congregaron para acompañarlo. Tras conocer las proyecciones preliminares, los partidarios del Frente Amplio celebraron con cánticos, banderazos y fuegos artificiales.

Delgado siguió el conteo desde la sede del Partido Nacional en la capital uruguaya, en donde imperó el silencio tras las primeras aproximaciones de las cuatro encuestadoras.

Unos 2.7 millones de uruguayos fueron llamados a votar en estos comicios marcados por la moderación de las propuestas y la tranquilidad de la política uruguaya, considerada una de las democracias más estables y consolidadas de América Latina.

En la primera vuelta, celebrada el pasado 27 de octubre, el Frente Amplio de Orsi había logrado un 44 por ciento de los votos frente al 26.8 por ciento obtenido por Delgado.

De acuerdo con la Corte Electoral, la jornada “transcurrió con tranquilidad y sin mayores incidentes”.

Orsi, de 57 años y heredero del histórico José ‘Pepe’ Mujica, confió en la fortaleza del Frente Amplio para devolverle el poder a la izquierda tras cinco años de ausencia. Delgado, por su lado, apeló a la buena imagen de Lacalle Pou para convencer a los electores sobre la permanencia de la gestión. El candidato fue secretario de la presidencia.

Con 20 años de experiencia política, Orsi hizo hincapié en su promesa de gobernar con una izquierda renovada, centrada en la redistribución de los ingresos para impulsar el crecimiento económico. Asimismo, propuso incentivos para revitalizar las actividades esenciales del país como la agropecuaria, la industria, el turismo y los pequeños negocios, además de haber adoptado un discurso más amigable hacia los mercados.

“Es mi candidato, no solamente para mí sino también para mis hijos, que en un futuro van a tener mejores condiciones, tanto laboral, como en la salud, los salarios”, expresó la enfermera Yeny Varone, quien aprovechó su descanso en el hospital para registrar su voto.

Delgado, un veterinario de 55 años y con larga trayectoria en el Partido Nacional, trató de catapultar su cercanía con el mandatario saliente e insistió en ser la cara de la “continuidad”. Defendió una mayor apertura económica del país y, así como su rival, abogó por impulsar el crecimiento tras la desaceleración experimentada por la pandemia de COVID-19 y una histórica sequía, pero a través de reformas para un Estado más “eficiente”.

A diferencia de años anteriores, la campaña electoral estuvo marcada por una inusual apatía del electorado. Para la etapa final de la carrera ambos contendientes contaron con apoyos de peso. Tanto Mujica como Lacalle Pou ocuparon un rol protagónico a favor de sus respectivos ahijados políticos.

José Mujica, de 89 años y quien se recupera de un cáncer en el esófago, alabó luego de votar la solidez del proceso electoral en Uruguay y remarcó la importancia de conservarla en las futuras generaciones.

“Uruguay es un país pequeño pero se ha ganado un reconocimiento de ser estable, de tener una ciudadanía que respeta las formalidades institucionales. No es poca cosa en nuestra pobre y golpeada América Latina”, expresó a los periodistas. “Los jóvenes sean conscientes de eso. Costó muchísimo aprender y generar eso”.

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