Después del “controlador”, del que hablamos en la última entrega, es turno de describir otra personalidad financiera interesante:
El “Impulsivo” – la trampa de las decisiones rápidas
La personalidad del «impulsivo» se caracteriza por la toma de decisiones financieras rápidas y sin pensar. Son personas que actúan en función de sus emociones y deseos inmediatos, lo que a menudo resulta en gastos innecesarios y acumulación de deudas. Aunque la impulsividad puede llevar a momentos de gratificación instantánea, a largo plazo puede tener consecuencias financieras muy nocivas.
Los impulsivos suelen gastar sin considerar las repercusiones de sus decisiones. De hecho, a menudo su gasto es emocional: comprar les hace sentir mejor, aunque sea por un momento. Esto les hace adquirir productos que no necesitan o que simplemente no pueden pagar. Entran así en un círculo vicioso de deudas, donde se sienten atrapados y abrumados por sus obligaciones financieras. Para sentirse mejor, compran otra cosa y así sucesivamente.
Desde luego, no son ajenos a la la presión social o a la publicidad. Aunque no todos son así, muchos “impulsivos” sienten la necesidad de tener lo que otros tienen o vivir con las últimas tendencias.
No es difícil notar que una de sus principales desventajas es que no tienen un plan financiero, ni tampoco un plan de vida. No hay metas claras, no hay un plan de gastos y por lo tanto no tienen control de su dinero. En lugar de construir riqueza, el “impulsivo” está, por lo general, luchando para llegar a fin de mes.
Hay “impulsivos” que compran seguros de inversión (o productos similares) porque se las han sabido vender o porque otros las tienen. Pero muchos no piensan en esto, simplemente porque no encuentran esa gratificación inmediata que buscan o porque simplemente no pueden permitírselos dada su situación financiera.
¿Cómo ayudar a un “impulsivo”?
Definitivamente no es nada fácil, por el componente emocional de su gasto. Muchos “impulsivos” necesitan apoyo psicológico. Sin embargo, hay otras estrategias que podrían ayudarles a tomar decisiones más reflexivas. Una de ellas es la regla de las 24 horas: antes de realizar una compra significativa, el “impulsivo” debe esperar un día para evaluar si realmente necesita el artículo y si lo puede pagar. Sin embargo, esta regla no debe aplicarse de manera aislada. Funciona mejor cuando no llevan encima tarjetas de crédito (o se acostumbran a manejar sólo efectivo por un tiempo) y además establecen un plan de gastos.
El principio del plan de gastos, como he explicado varias veces en este espacio, es muy simple. Cada vez que recibimos un ingreso, tenemos que hacernos una sencilla pregunta ¿qué es lo que necesito que este dinero haga por mí, antes de que me vuelvan a pagar? De esta forma, le decimos a nuestro dinero qué es lo que tiene que hacer por nosotros. Tomamos el control y durante el mes, simplemente supervisamos (ejecutamos nuestro plan).
La idea es brindar herramientas que les permitan manejar mejor esa impulsividad y gastar con mayor conciencia, siguiendo un plan y teniendo claras sus prioridades. Brinda estructura y eso mantiene el enfoque en los objetivos financieros.
Por otro lado, los “impulsivos” pueden beneficiarse de la práctica de la autoevaluación. Reflexionar sobre sus decisiones de gasto y los resultados obtenidos pueden ayudarles a identificar patrones de comportamiento que podrían estar limitando su crecimiento. Al reconocer sus motivaciones y emociones, pueden trabajar para desarrollar una relación más saludable con el dinero.
Finalmente, es importante que los “impulsivos” busquen apoyo. Hablar con amigos o familiares sobre sus metas financieras puede proporcionarles la responsabilidad necesaria para mantenerse en el camino correcto. También pueden considerar trabajar con un coach en finanzas personales que les ayude a establecer un plan y a mantenerse enfocados en sus objetivos.
En conclusión, la personalidad del “impulsivo” puede llevar a decisiones financieras arriesgadas y a una falta de control sobre los gastos. Sin embargo, con estrategias adecuadas, planeación y un cambio de mentalidad, es posible adoptar un enfoque más reflexivo y equilibrado hacia las finanzas.
Es fundamental comprender que el éxito financiero no se trata solo de gratificación instantánea, sino de la capacidad de tomar decisiones informadas que nos permitan llegar a donde queremos. Para eso hay que tener un plan.
La siguiente personalidad será la del “planificador”, que se parece un poco al “controlador”, del cual ya hablamos, pero con ciertas diferencias clave.