El viernes pasado conocimos los datos oficiales del crecimiento económico para septiembre, y por lo tanto la cifra definitiva del crecimiento del PIB al tercer trimestre, que preliminarmente se había estimado en +1.5 por ciento anual. ¿Qué nos están diciendo estos indicadores y que podemos inferior hacia el futuro?
El INEGI había pronosticado, con base al Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE), una variación mensual del IGAE de julio, agosto y septiembre del +0.1, -0.3, -0.2 por ciento mensual respectivamente. A tasa anual se estimó +1.1, +1.2, +0.5 por ciento anual, para cada mes.
Los datos del IGAE de cada mes fueron: +0.6, -0.3, 0.2 por ciento mensual, y +2.0, +1.0, +0.8 por ciento anual, por lo que el promedio aritmético del trimestre da una variación del 1.2 por ciento anual. El PIB reportado da una variación de 1.6 por ciento anual. Es usual que la cifra del PIB trimestral difiera un poco del promedio de los IGAE de los meses que componen el trimestre. Esto se debe a que la medición mensual del IGAE no comprende todos los componentes del PIB trimestral, ni se calcula bajo la misma metodología. Pero normalmente esta variación es de una o dos décimas, no de cuatro décimas como se presenta ahora. Esta variación se compara con un crecimiento del 1.4 por ciento anual del primer semestre.
Es importante señalar que este nivel de crecimiento es muy inferior al mediocre crecimiento que hemos mantenido en promedio desde hace más de tres décadas del 2.3 por ciento anual.
Por dentro, el sector primario creció 3.7 por ciento anual. En el primer semestre el campo cayó en 2.3 por ciento anual. El sector industrial creció a solo 0.4 por ciento anual. En el primer semestre la industria creció en 1.0 por ciento anual. El sector de los servicios creció ahora al 2.1 por ciento anual. En el primer semestre estaba creciendo al 1.9 por ciento anual.
El componente más importante de la actividad económica es el consumo. ¿Cómo podemos explicar la fortaleza del mercado interno? El fenómeno de un mercado interno que permanece dinámico se debe principalmente a los programas sociales. En segundo lugar a las remesas familiares que mandan los emigrantes cada mes. En tercer lugar, el incremento en la masa salarial de doble dígito, han incrementado en su conjunto el mercado interno.
¿Qué se puede esperar hacia delante? Hay una peligrosa combinación de factores que nos pueden llevar a una recesión, como lo prevemos en nuestro escenario base para 2025.
El deterioro en el marco institucional de nuestro país: la sobrerrepresentación de la coalición en el poder, el desaseo en los procesos de los cambios constitucionales, la pérdida en la autonomía en el Poder Judicial, la desaparición de algunos organismos reguladores autónomos, la evidente influencia del expresidente en las decisiones del Congreso y del gobierno actual.
Las deficiencias estructurales en infraestructura y superestructura: la inseguridad, la falta de un Estado de derecho, la crítica situación de la educación, el deficiente suministro de energía eléctrica, la insuficiente infraestructura de telecomunicaciones, y de recursos hidráulicos, y la crítica situación del sistema de salud.
La vulnerabilidad fiscal y financiera del país: un sistema impositivo poco competitivo, la ineficiencia del sistema financiero, los enormes problemas financieros y operativos en Pemex y CFE, la amenaza de perder el grado de inversión por parte de las calificadoras internacionales.
Las amenazas de la administración Trump 2.0 en materia de proteccionismo, tráfico de drogas e inmigración.
Los posibles escenarios geopolíticos con los conflictos en Ucrania y en Medio Oriente.
Todos estos factores están afectando seriamente el clima de confianza de los agentes económicos, lo que se está traduciendo en un frenón de la inversión y de las expectativas. Hoy el consenso de los analistas está previendo un crecimiento para 2025 del 1.2 por ciento, mientras que las bases del Paquete Económico plantean un crecimiento puntual del 2.3 por ciento real anual.
El INEGI está previendo una contracción del -0.1 por ciento mensual equivalente a un crecimiento del +0.4 por ciento anual para el IGAE de octubre. Nuestra previsión con nuestro indicador IBEM es de un crecimiento similar del +0.5 por ciento anual. Es probable que el dinamismo del último bimestre se modere a menos del 1 por ciento anual, con una contracción respecto del tercer trimestre. La inercia con la que arranca el año entrante y toda la incertidumbre interna y externa son más bien un lastre que un impulso para la inversión y para la actividad productiva. Nuestro escenario básico nos arroja una contracción del PIB del -0.5 por ciento anual.