La colaboración de la semana pasada despertó cierto interés en algunos lectores. Al parecer hubo curiosidad en saber que desde épocas tan remotas como la efímera monarquía de Agustín de Iturbide hubo proyectos para fundar un banco nacional de emisión. En reacción, sigo investigando y descubro que durante los albores del Porfiriato se registró un intento, que abortó, para centralizar la emisión de billetes en un solo banco.
Hacia el año de crisis económica de 1884, el gobierno del Manco Manuel González se enredó en dos proyectos contradictorios. Por un lado, un acuerdo bancario para que aquella atribulada administración pudiera recibir crédito a fin de paliar su crítica situación presupuestal. La otra aspiración era la de crear un régimen legal bancario que fuera uniforme en todo el país. Para esa época ya existía en la capital un banco con la facultad parte emitir billetes –Banco de Londres y México– y cinco pequeños bancos locales de emisión en el etado de Chihuahua.
La propuesta para conseguir crédito bancario en apoyo del gobierno del Manco González sería la de consolidar al recién establecido Banco Nacional de México (de capital francés) en emisor único de billetes, además de convertirlo en el banquero exclusivo del gobierno federal y el único banco en el país. Otra prerrogativa para la nueva entidad sería que, a diferencia del resto de los bancos de emisión en el país, el saldo de sus billetes habría requerido un respaldo en moneda metálica (oro y plata) de tan solo un tercio. Y para rematar, del nuevo encuadre legal para la cuestión de bancos se derivaría la extinción forzada del Banco de Londres que carecía de una concesión federal para operar.
El Banco de Londres y los demás pequeños bancos emisores de Chihuahua reaccionaron como lobos heridos ante la propuesta. Y de esa reacción se produjo una gran batalla legal acompañada de un acalorado debate público. Entre los argumentos legales que se esgrimieron estuvo el de la no retroactividad de la ley y el rechazo a un solo banco monopólico en todo el país.
En Europa, los modernos bancos centrales habían surgido de dos modelos de establecimiento. Uno de ellos (Banco de Inglaterra y Banco de Suecia), mediante la concentración de la facultad para emitir billetes y la especialización de sus funciones en las de la banca central moderna. En México pudo haber ocurrido en esa manera, pero una gran controversia legal y pública lo impidió. También los excesos de un proyecto claramente leonino en favor de uno de los aspirantes.