En una conferencia de prensa desde la ciudad de México el 20 de noviembre, la presidenta Claudia Sheinbaum de México rompió con el silencio de gobiernos anteriores, para abiertamente defender a los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos. ¡Bravo!, lo dicho por la presidenta resonó fuerte en la cuatro esquinas de Estados Unidos.

En unas cuantas palabras, Claudia Sheinbaum encapsuló el problema.

… “No estamos de acuerdo en que los migrantes deban ser tratados como criminales”.

La presidenta tiene razón, y el hecho de que lo diga es muy importante y muy oportuno. Claudia Sheinbaum es la nueva jefa de estado de un país que desde el inicio de los 1980, se ha visto obligado a periódicamente redefinir su relación con los Estados Unidos. Hoy en el 2024, hay un nuevo requisito para la reinvención de la relación bilateral con Estados Unidos.

La nueva política de vecindad tiene que ser innovativa, totalmente diferente a las que ha habido en el pasado y mucho más clara redefiniendo y marcando alianzas. México es amigo socio y vecino y siempre será aliado de Estados Unidos, pero Estados Unidos tendrá también que jurar que será siempre socio, vecino y aliado de México.

México prefiere ser aliado, socio y amigo de Estados Unidos por sobre el coqueteo de los chinos. Pero Estados Unidos tendrá que reconocer esa alianza. Sólo así se puede bailar el complicado tango que a los dos países les tocará ejecutar en los próximos años.

Como le dije antes, desde el inicio de los años 80’s las relaciones de México y Estados Unidos se han tenido que reajustar periódicamente. En noviembre del 2024, vamos a un nuevo concepto, que seguramente tendrá que ser mucho más amplio que los anteriores. La razón salta a la vista, la relación bilateral es hoy más grande, y más profunda que nunca antes en la historia.

A México no le queda más remedio que ser muy asertivo de ahora en adelante frente a Estados Unidos

México necesita tener una voz clara y fuerte para explicarle en voz alta a los estadounidenses, que los mexicanos sabemos ser aliados, amigos y vecinos.

Pero eso significa también, que un nuevo presidente no puede ni debe llegar a la Casa Blanca dudando de la amistad, alianza y sociedad de México y como primera acción pegarnos con nuevos aranceles y con nuevas deportaciones.

México en este momento requiere asegurarse de que sus mensajes llegan hasta Washington sin distorsión. Su gobierno hoy no puede darse el lujo de ser muy político o muy diplomático, porque está ante un nuevo grupo de liderazgo estadounidense que no les concede valor, ni a los consensos políticos ni a los consensos diplomáticos.

La nueva presidenta de México informó el día 20, que su plan incluye resaltar la importancia de los migrantes mexicanos a Estados Unidos.

Tiene mucha razón.

Hay que informarle al estadounidense promedio, que es por cierto muy ignorante en cuestiones migratorias y en cuestiones políticas de fuera de su país, que los mexicanos en Estados Unidos lo que hacen diariamente es trabajar, producir y contribuir a la mayor economía del planeta. Que sus familias, como las familias de los estadounidenses promedio, se han ido integrando en la sociedad estadounidense moderna, igual que como millones de otros migrantes del mundo entero lo hicieron antes que ellos.

Trump demoniza a los trabajadores migrantes, y eso le redituó en la campaña. Pero eso ya pasó, ahora, es tiempo de decir recio y claro que esos inmigrantes pagan impuestos, y que su trabajo tiene importancia en áreas clave, como la agricultura, la construcción, los servicios y el comercio al menudeo. Esos migrantes han contribuido a que esos sectores estadounidenses de la economía sean tan dinámicos y tan fluidos como lo son hoy.

El martes de la semana que empieza el 25 de noviembre será crucial para que México informe dentro de Estados Unidos, que los mexicanos están delineando una nueva hoja de ruta en los temas que son cruciales para la relación bilateral; el comercio y la seguridad nacional de ambos países.

El que la presidenta haya aclarado que su gobierno… “Tiene un plan y que lo está desarrollando”, es una forma de calmar el enorme nerviosismo que existe en México y en Estados Unidos por el regreso de Donald Trump a la presidencia.

La primera mosca enorme en el plato de Estados Unidos es mexicana

Esa mosca es el narcotráfico, el problema no es que exista, sino la magnitud con que ha crecido.

A Estados Unidos le irrita ver que el estado mexicano, no hace nada eficiente para combatir a ese narcotráfico y que los criminales siguen adquiriendo poder. Y que el colmo es que ya controlan parte del territorio mexicano. En EEUU piensan que un día ese poder podría superar al del estado mexicano.

Estados Unidos tiene amplias leyes para atacar al crimen organizado, las organizaciones criminales nacionales y transnacionales y las personas involucradas en el tráfico de drogas y otras actividades delictivas.

La cuestión es que a nivel extraordinario se puede usar para combatir un cáncer extraordinario que amenaza la seguridad nacional de los dos países.

La segunda mosca está en el plato de México, y esa mosca es estadounidense.

La primera es el consumo de drogas, la segunda el contrabando de dinero, de armas y de gente que ocurre bajo las narices de los aduaneros estadounidenses, que luego se asustan y culpan a México del problema.

Alguien tiene que decirle a Donald Trump en voz alta que esté es un problema compartido y que vale intentar otra vez trabajar con el nuevo gobierno mexicano y probar. En México deben saber que en el gobierno y sobre todo en el congreso estadounidenses existe una enorme desconfianza bajo la impresión de que el estado mexicano está en las bolsas del narcotráfico. Esta impresión maduró durante el gobierno mexicano anterior.

Clasificar a los carteles organizaciones terroristas no es licencia para bombardear México.

Se los voy a aclarar otra vez. La clasificación de organización terrorista a los carteles mexicanos no le da a Estados Unidos licencia para bombardear territorio mexicano. Lo que esa clasificación hace, es darle los instrumentos legales para bloquear los activos de los carteles, y para confiscarlos.

A Trump le gusta gritar que designando a los carteles como terroristas les dará más fuerza a las acciones que tome contra ellos. La verdad, Trump está mintiendo… a propósito.

Se los cuento a ustedes en México para que sepan que las exageraciones de Trump son para calmar a los nerviosos estadounidenses, que obviamente tienen miedo a que como vecino surja un país ingobernable en el que los criminales sean quienes dominen.

Trump si usted observa, ha sido muy parco acerca de lo que haría para combatir a los carteles. La razón es que la Ley de Defensa Patriótica de los Estados Unidos, legislada y promulgada en el 2001 después de los ataques del 11 de septiembre, permite que los investigadores sobre actividades terroristas… «Utilicen las herramientas que ya estaban disponibles para investigar el crimen organizado y el tráfico de drogas».

Si hay lagunas hoy en la ley que trata con las organizaciones transnacionales o los traficantes de drogas, en lugar de cambiar su designación a organizaciones terroristas extranjeras, parecería preferible que EEUU, legislara instrumentos que remedien esas deficiencias legales, para que eso impida que los abogados de los carteles, negocien condenas suaves con los narcos que estén dispuestos a mentir y a contarles a los fiscales estadounidenses lo que los fiscales quieren oír.

Los estadounidenses le temen al terrorismo porque lo conocen. Lo han sufrido en care propia en su casa y alrededor del mundo. Prometer designar a los carteles terroristas, les da a quienes votaron por Trump, la tranquilidad de saber que las políticas de puertas abiertas a la inmigración de Biden están quedando atrás.

Faltan menos de 60 días para que Trump asuma la presidencia

Y por eso el endurecimiento de la política migratoria de Trump es tema diario de conversación en México.

México tendrá que ampliar sus campañas de información para aclarar en voz alta que el tratado comercial entre México, EE.UU. y Canadá es un gran negocio para los tres países, y que los llamados de los políticos conservadores canadienses para sacar a México de estos acuerdos, es solo la forma en la que esos políticos de la derecha canadiense quieren usar falsedades para destronar al primer ministro Trudeau.

Punto final

Si la presidenta de México va a agarrar al toro por los cuernos, y si se le va a parar enfrente a Trump, merece no solo que la apoyemos, sino también, que contribuyamos con el trabajito que va a emprender… Porque no va a estar fácil.

Por todo lo anterior decimos ¡Bravo! La presidenta de México defendió a sus migrantes.

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